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Más Chileno que los Frijoles

Me presento. Mi nombre es Gringo, mi apellido es Culiao. Mis origines son en Texas, EEUU, y llevo unos 10 años viviendo en Chile (precisamente tres, pero en esta casa obedecemos la ley de redondeo). A pesar de mi década de experiencias acá, a veces todavía me sorprende lo que no supe de los costumbres o la cultura chilena, hecho que causa mucha risa en unos conocidos, tanto que me pidieron escribir este blog para compartirlos más fácilmente, ya que todos sabemos que le cuesta mucho a un chileno repetir un cuento si ha olvidado algunos de los detalles.

Relato un ejemplo cortito en esta publicación introductoria, para que conozcan un poco del carácter del blog antes de comprarlo por completo: Este finde en el Facebook, aprendí algo sorprendente. Una guía de modales compartida por una amiga expone que es mal soplar a tu sopa o café en la mesa para entibiarlo. En mi país, es considerado bastante cortés soplar la comida caliente, en vez de arriesgar tomando una cucharada demasiado calorosa y escupirla sobre la mesa y los compañeros. Pero uno no se puede batallar con los costumbres.

La espada de los costumbres corta en ambas direcciones. Tanto como en Chile hay que decir “¡provecho!” cuando están empezando a comer y en Gringolandia no se dice nada, en mi país si nadie dice “¡salud!” después de un destornudo, hasta de un desconocido que jamás se vuelva a ver en la vida, uno se siente incomodo. Otro ejemplo de una regla social que se practica en EEUU y no acá, y aún más chocante, es que cuando alguien esté hablando no hay que interrumpir y menos cambiar el tema.

Cuando empecé a salir con mi polola, que es mexicana, de esta raíz surgió caleta de discusiones. Por ejemplo, estamos en el auto hablando de la película que vimos la noche anterior, y pasa algo así:

Ella diría: “Y ¿qué piensas del uso del color rojo en las escenas con el novio?”

Y yo respondería: “¿Estaba en toas? Ni cuenta me di. Pero tiene cierto sentido si representa – ”

“MIRA HAY VACAS”

Yo: -mirando cortésmente a las vacas, pero en un silencio amargo-

Ella, después de un rato: “Qué pasó con el rojo?”

Yo: “Pensaba que ya no te importara, ya que no me estabas escuchando.”

Ella: “No sé cuantas veces te he dicho, es posible escuchar a la conversación y simultáneamente mirar a las vacas.”

Yo: “NO LO ES, SE LO HA PROBADO CIENTÍFICAMENTE”

Etc, etc. Con el tiempo, después de visitar a la familia, con todos los tíos y primitos y abuelos gritando a la vez para horas en seguido, entendía mejor el asunto, o sea que entendí que no era una falla personal, sino de la familia entera. Y después de un par de años más, llegamos a Chile, y con el español pidgin y la falta de experiencia con el acento chileno apenas podría sacar tres palabras antes de que me cortaran. Ahora estoy bien acostumbrado a no contar cuentas largas en la conversación, a estar interrumpido, y hasta interrumpir (una inhibición que me duró dos años en soltar). Pero al fondo, todavía soy gringo, con una capita pequeña de chileno encima, y todavía quedo con las ganas de contar una cuenta larga sin interrupción, así que creé este blog. Espero que ya se fueron al baño porque esto va a durar.

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